"Este capítulo
brevísimo constituye la tumba sin lápida de Bulkington. Permitidme decir tan
sólo que corrió la suerte del barco en la galerna, mortalmente impulsado sobre
la costa de sotavento. Piadoso, quisiera el puerto acogerle. En él se encuentra
la salvación, comodidades, chimenea, cena, mantas abrigadas, amigos, todo
aquello en que se complace nuestra naturaleza mortal. Pero en aquella galerna,
el puerto, la costa, constituyen el principal riesgo para el buque. Ha de huir de toda hospitalidad, un ligero
contacto con tierra, con sólo rozar la quilla, la haría estremecerse
enteramente. Tiene que desplegar todas sus velas, esforzándose al máximo por
alejarse de la costa. Luchando de esta suerte contra los propio vientos que
quisieran impulsarla a tierra, buscando el mar ilimitado, abierto, pues su
salvación estriba únicamente en lanzarse de modo desesperado al peligro, que es
su único amigo y su más acerbo enemigo. ¿Conocéis ahora a Bulkington? Parecéis
observar atisbos de esta verdad mortalmente insoportable: todo pensamiento
angustiado y profundo no refleja sino el intrépido esfuerzo del alma para
mantener la libre independencia de sus mares, mientras los vientos coaligados
del cielo y de la tierra conspiran para arrojarla a la playa falaz y
esclavizadora. ¿Será vana toda esta agonía? ¡Arriba el corazón, Bulkington!
Capítulo 23 de Moby Dick.
1851
Herman Melvill