4.19.2012

Deseos y momentos

Soy una hija no deseada. Creo que en realidad como casi todo el mundo. Reconocer como derecho un Deseo es algo muy civilizado. La civilización de los hijos e hijas deseados es algo muy reciente. Minoritario. Casi exclusivo en la burbujita occidental.
Luego, ya con el tiempo me he ido convirtiendo en hija no reconocida, transitando por el camino hacia “hija de nadie”.
No es calimerismo. Es solo algo que me ha pasado. Ni de lejos lo más importante. Ni tampoco lo que más me importa.
Me ha proporcionado curiosas ventajas comparativas. Como no he heredado nada, nada tengo que equipar. Puedo elegir hasta apellido, y he elegido Despacho. Por que me gusta. Y es mi lugar en el mundo; donde soy la que quiero cuándo quiero.
Fuera se pagan peajes. Caros. Pero compensa no tener que pagarlos dentro.
Mi despacho tiene un micro clima óptimo para la emancipación. Se respira completamente; única respiración posible. Huele a rosas rojas. Y suena a agua; inolora, insabora, y sonora.
También he podido elegir familia, a la carta del deseo.
Así, ya casi no me acuerdo de que soy hija no deseada porque mi deseo por la vida disfruta de una salud y potencia irremediablemente contagiosas.
"Es una locura vivir a menos que se viva con locura"
Sandra Despacho